lunes, 12 de octubre de 2009

La Ley de Medios ya está en el aire.

Eduardo subí la radio, yo enciendo un petardo. ¿Cuánto falta para que se reglamente la ley?

La ley de medios audiovisuales ya está en marcha. Hace pocos meses la idea de que el país cuente con un marco regulatorio en el campo de la comunicación acorde con nuestros tiempos parecía una verdadera utopía, pero una serie de factores políticos hicieron tierra fértil para que se impulsara una nueva norma: un gobierno dispuesto ansioso por enfrentar a los poderosos dueños de multimedios, un profundo sustrato ideológico aportado por numerosas ONG y organizaciones sociales, y el respaldo de claves del progresismo, como académicos, intelectuales, periodistas y partidos políticos de centro izquierda, indispensables para lograr la aprobación.

Y aunque mucho se dijo sobre la ley, poco se sabe sobre su futuro. El texto final destaca que a partir de un año de la instrumentación es cuando los grandes grupos deberán deshacerse de sus señales. Muchas voces explican que este proceso puede llevar varios años, y su consecuencia es impredecible, porque se calcula que deberán venderse alrededor de un centenar de medios de comunicación en un período relativamente corto, y como existen leyes que impiden que los capitales internacionales adquieran medios de comunicación, nadie puede predecir si habrá suficientes inversionistas locales para satisfacer una demanda inédita.

Ése tal vez sea el punto más oscuro de una legislación aprobada de forma desordenada y sin un debate a conciencia, ya que las enormes presiones de los grandes grupos mediáticos y los desmanejos políticos que intermediaron las votaciones desvirtuaron el verdadero trabajo de los legisladores. Mientras que en Diputados la oposición se retiró del recinto, eludiendo el debate genuino y perdiendo la oportunidad de imponer criterios que equilibren la propuesta oficial, en Senadores, el arco opositor se encontró fracturado por luchas internas y con pocas ideas, una combinación que debilitó su fuerza para cambiar el texto. Finalmente, se aprobó una norma con varios puntos oscuros, destinada a ser revisada a la brevedad.

Sin embargo, existen algunas certezas. Para Santa Fe comienza un tiempo, al menos, interesante, ya que la administración de Hermes Binner podrá concretar un viejo anhelo del progresismo: un canal provincial público y una señál de radio AM/FM. Las señales de televisión y radio made in Santa Fe no sólo brindará nuevos espacios de trabajo a los centenares de profesionales de la comunicación que son marginados de los grandes medios, sino que permitirá a los santafesinos sentar pilares para la afirmación de su propia identidad. "Hay zonas de la provincia donde se habla con tonada cordobesa", explica el Gobernador cuando defiende el proyecto.

Para los rafaelinos, la ley de medios es una buena noticia. Aunque los principales diarios y radios se manifestaron en contra de la legislación, lo cierto es que a esos mismos periódicos no los amenazará la sombra del Grupo Clarín. Desde hace años se corre el rumor que el Gran Diario Argentino busca desembarcar en Rafaela, y esto sucedería a través de la compra de un medio local o una asociación estratégica para imponer un medio de noticias de Rafaela y zona desde una óptica propia, más cercana a los intereses de Buenos Aires que a la idiosincracia regional.
Asimismo, las radios rafaelinas ya no tendrán poderosas cadenas porteñas que compitan con la programación local. Desde los `90 a esta parte, proliferan las señales de radio que transmiten programación hecha en Buenos Aires a través de satélite, lo que implica una programación con gran audiencia potencial, las 24 horas ya costo mínimo, lo que desalienta la realización de programas locales y debilita la agenda local, supeditada a la de la metrópoli. Los rafaelinos se acostumbraron a levantarse, encender la radio local y escuchar a un locutor de Buenos Aires informando sobre el trásito en la panamericana. La ley de medios permitirá que estas transmiciones se reduzcan al mínimo, y las radios no tendrán más opción que producir programas propios hechos en Rafaela.

¿Y por qué tanto La Opinión, Castellanos, LT28 y Radio San Patricio, para mencionar sólo algunos de los medios que se manifestaron en contra de la regulación estatal, defendieron los intereses de los grandes grupos mediáticos? Una respuesta podría ser el mínimo nivel de debate que tuvo la ley en nuestra región, donde sólo la Coalición para un Radiodifusión Independiente junto con la CTA-Castellanos, realizó paneles de diálogo sobre el tema, que tuvo repercusió exclusivamente en el ámbito estudiantil, tanto en el Instituto del Profesorado Nro 2 como las facultades privadas de comunicación. Los dueños de medios y los periodistas se mantuvieron, en general, al margen del tema, y cuando la ley llegó al Congreso, sólo disponían de la información difundida por los grandes medios de Buenos Aires. Y allí se encuentra otra de las razones, y tal vez la de mayor peso: la tradición de la prensa rafaelina de anclarse en el discurso dominante, es decir, el de Clarín y La Nación, y no analizar desde una perspectiva original.

Es por todo esto que los medios rafaelinos deberán replantear los criterios a la hora de pensar su agenda. Editar periódicos y revistas reproduciendo el ideario de los grandes medios sin discusión, o instalar una radio a base de enlatados o satélite de Buenos Aires, sin inversión ni programación local deberá ser una cosa del pasado. La nueva ley de medios es un mensaje muy claro de la ciudadanía a las patronales de la comunicación: la necesidad de transformar el mapa mediático argentino, modernizarlo, ponerlo a la altura del siglo XXI, donde la información vuelva a ser una herramienta de la construcción de ciudadanía, y no un bien de cambio al servicio de intereses sectoriales.

Este proceso debe traer aparejado mayor rigor periodístico, la propalación de información confiable, la realización de programas de calidad, es decir, una mejora cualitativa en los contenidos, pues en la actualidad los mass media locales se caracterizan por propuestas pobres, información de segunda o tendenciosa. y un alarmante vacío de ideas. Asimismo, este extenso y rico debate sobre los medios echó por tierra el viejo mito del "periodismo de periodistas" y llevó el tema a la calle, a quienes no son parte del ámbito laboral, que por primera vez reclamaron su derecho a una radiofonía mejor.

Una ley es sólo una ley. Es tan humana como quienes la ponen en vigencia. Pero estos actos políticos tienen significados plurales y profundos, y una nueva ley de medios tal vez sea el principio para pensar lo mediático desde una neuva perspectiva, alejada del negocio y más cerca de su espíritu verdadero: hacer mejor la vida de todos.

1 comentario:

Agos dijo...

muy bueno gogui...quisiera decir mas pero estoy ausente mentalmente, anyway, buenisima reseña o lo que sea que es
un abrazo dormido =)