miércoles, 1 de julio de 2009

La gripe A toca la puerta

A pesar de que el mote de "la isla" ya no sea de uso común, los rafaelinos aún siguen pensando que la ciudad puede seguir eludiendo la realidad nacional. Sin embargo, como anunciábamos algunos días atrás, la nueva epidemia mantiene un sostenido avance que ya se cobró más de 40 muertos en el país, generó un recambio en el gabinete de Gobierno e infectó al acutal jefe de esa cartera en Buenos Aires, ya que no distingue entre clases sociales o geografías. Ahora, un caso en Rafaela abre la puerta de la enfermedad en nuestro territorio.

El verdadero responsable del avance es el Gobierno nacional, que carece de un plan maestro para casos de epidemiológicos y que retrasó las medidas preventivas porque se encontraba muy ocupado con las elecciones. Inclusive, el ministro de Salud santafesino Miguel Cappiello fue criticado duramente cuando, lanzó recomendaciones un mes atrás y que no consiguió el apoyo del Gobierno central.

Mientras tanto, los gobiernos municipales poco interés pusieron en cuidar las poblaciones de sus ciudades. Sólo el mandatario de Pergamino decidió no ejercer la nefasta "organicidad" que caracteriza al trabajo político partidario y, apelando a la autonomía de los municipios que otorga la Constitución nacional, priorizó la salud de su población por sobre los intereses electorales.

No se puede decir lo mismo del Intendente Omar Perotti, que recién hoy activó la primer medida para atender la crisis sanitaria, a pesar de que durante el fin de semana electoral hubo un pico de visitantes en la terminal de Ómnibus, donde no se realizaron fumigaciones, ni se regalaron barbijos o simplemente folletos para concientizar a la población para extremar los cuidados.

Y no se trata de que el mandatario local esperara el fin de los comicios para llamar al comité de emergencia, ya que Lance Libre supo que durante la jornada del lunes, Perotti recorrió junto a parte de su gabinete algunas zonas que serán afectadas por la futura construcción de un hotel cinco estrellas en la Recova Ripamonti. Y aunque se desconocen los motivos de por qué el Intendente se ocupa personalmente de los asuntos que rodean a una obra privada impulsada por intereses millonarios, lo cierto es que queda claro que Perotti no se vio muy preocupado por el imparable avance la enfermedad que ocasionó ese mismo fin de semana dos muertes en Rosario, ciudad ubicada a poco más de 300 kilómetros. Por el contrario, esperó dos días más para poner en marcha la primer medida de Gobierno, precisamente la mañana en que los diarios rafaelinos anunciaban la confirmación del primer infectado por Gripe A. Este paciente -una estudiante de tan solo 20 años- llegó de Rosario para emitir su voto en los comicios, y sería natural preguntarse si la infectada no habría tomado conciencia rápidamente de su condición si las medidas preventivas se hubiesen extremado a tiempo, es decir, si los funcionarios gubernamentales hubieran advertido las señales de que la infección podría llegar a la ciudad.

En realidad, no es de extrañar que Vanina Marconetti, la titular de Salud municipal, desconozca las medidas preventivas para una epidemia cuando sus títulos como licenciada en Tecnología en Alimentos son completamente inútiles en la materia, y el gabinete más caro de la historia rafaelina no cuenta con ningún especialista en salubridad dentro de sus filas, y mucho menos en epidemiología.

Un párrafo aparte merecen las autoridades del Nodo de Salud de la provincia, que a pesar de estar alertados sobre la epidemia y tener gran cantidad de recursos a disposición, tampoco realizaron acciones en los principales puntos de contacto de la ciudad con otras localidades. Tal vez la campaña proselitista del jefe del organismo, el socialista Alejandro Ruiz Díaz, distrajo la atención de los funcionarios de salud a temas vinculados a la recopilacón de votos. O simplemente minimizaron el impacto que esta pandemia mundial tendría en nuestra ciudad.

En un momento donde hasta los chorros usan barbijo, es importante qué recordemos las medidas preventivas de la enfermedad y no tengamos miedo, sino cuidado, como rezaba aquél slogan sobre el SIDA, esa enfermedad que también parecía una peste bíblica y buena parte de los que entonces tuvieron miedo parecen haberla olvidado.

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