miércoles, 27 de junio de 2012

El rugido de la interna





 Plaza de Mayo, 27 de junio de 2012. Foto: Topolín.



La plaza de mayo está prácticamente llena desde la primera mañana. Se calcula que treinta mil afiliados a la CGT y otras entidades que adhieren al paro llegaron a las puertas de la Casa Rosada para respaldar al líder de los camioneros Hugo Moyano, en una batalla política con el gobierno peronista de Cristina Kirchner que pone fin a la primavera post eleccionaria. Y ahí, en ese 54%, se esconde la semilla de la rebelión.

No es la oposición esta vez la que pide al gobierno un cambio, son los mismos organismos que empujaron con fuerza la reeleción de la presidenta. Y no es que los sectores históricamente enfrentados  no lo hayan intentado. Al mismo tiempo que Moyano frenaba los camiones con combustible reclamando mejoras salariales para los conductores, la Mesa de Enlace reunificada lanzó un paro de dos semanas y varias protestas. La última fue ayer, y tuvo por centro a los productores de leche. En principio, los tamberos habían programado las movilizaciones para hoy, pero al elegir la CGT el mismo día, decidieron hacer su propio reclamo antes. También el lunes la Federación Agraria festejó los 100 años del Grito de Alcorta, un evento que apenas fue notado por los medios y que en el entorno del líder de la gremial agraria, Eduardo Buzzi, esperaban con ansias para contraponer su figura con la de la presidenta. El día se aguardó durante al menos dos años, inclusive el entrerriano De Angeli había impulsado una interna con el fin de convertirse en presidente de la entidad y encabezar los actos de ese día. Pero poco interés generó la nueva rebelión del campo -que en las elecciones pasadas eligió masivamente a Cristina Fernandez a pesar del conflicto de 2008- con la marcha de Moyano ocupando todos los titulares del país. Así, el rugido de la interna peronista tapó el grito de alcorta, enmudeciendo al campo como actor político, rol que cumplió con brillo años atrás pero que hoy es una pálida sombra de lo que fue.

La suba del mínimo no imponible al impuesto a las Ganancias en circunstancias normales se resolvería con un acalorado pero breve debate en las comisiones de las cámaras legislativas, pero en este contexto se convirtió en la espada que blandió Moyano para dirigir a sus más fieles a la Plaza de Mayo, buscando el lugar político perdido en estos años. El líder sindical que supo controlar decenas de legisladores y parte del gabinete presidencial en otros tiempos, hoy no tiene espacio para maniobrar en un kirchnerismo que ya construyó su reemplazante en la CGT y espera que su peso político se esfume con la quita del apoyo de la Presidenta. En cualquier caso, nadie piensa que este acto resuelva el problema de subir el límite de ganancias, que muchos quieren mostrar como el problema de fondo cuando en realidad es el de la superficie. Tampoco resolverá definitivamente eso que se llama la interna del peronismo, que tiene otros actores -como Daniel Scioli o Mauricio Macri- que poco juegan en esta batalla que hoy ocupa los diarios, radios, streamings, trelevisores, portales de noticias y redes sociales.

Muchos auguraban después del 54% que obtuvo Cristina Kirchner en las presidenciales que el factor de rebelión llegaría desde adentro, y la profecía se cumplió.  Moyano, último bastión del llamado “nestorismo”, pelea por un espacio repleto de quienes juran lealtad a Cristina, formados en espacios no tradicionales como La Cámpora y otras organizaciones similares, y que reclaman el liderazgo basados en cierta mística propia y el respaldo decisivo y personal de la Presidenta. Una vez más, la interna peronista copa la política, los medios y las calles de la capital, mientras la oposición queda afuera de la agenda o se prende en el furgón de cola con la esperanza de lograr algún centimetraje más en las secciones políticas de los diarios.