"¡A ver ese aplauso para el superávit programado!"
Publicado el miércoles en Cruz del Sur (versión extendida)
A pocas horas de terminar el año, en una sesión de Concejo extraordinaria destinada a dar curso a dos normas claves, se aprobó el presupuesto 2010 siguiendo casi al pie de la letra la propuesta elevada por el Intendente Omar Perotti. Y de la votación se desprendieron importantes definiciones políticas que marcan los estilos del justicialismo y la oposición en temas de gobierno.
El concejal Luis Castellano, un laborioso alfil de Perotti que defendió la ley de leyes, aseguró que, a pesar de contar con la abultada cifra total de 146 millones de pesos, el presupuesto es “austero”, y exhibió orgulloso el superávit programado de 850 mil. Sin embargo, el proyecto se ancla en que el debate tributario se retomará en marzo, y presupone que el oficialismo conseguirá el visto bueno para incrementar aún más los impuestos. Es que está claro que para el Ejecutivo la existencia del superávit es vital para su intención de resaltar su propia capacidad administrativa, pero cuando la oposición redujo considerablemente el incremento en la Tasa General de Inmuebles, hechó todos los planes de Perotti por la borda, y el municipio corre el riesgo de terminar el año en rojo. Es por eso que el oficialismo adelantó que en marzo volverá a la carga con una nueva propuesta de suba para engrosar la recaudación.
Por otro lado, donde el justicialismo ve un presupuesto “austero”, los concejales del Frente Progresista denuncian la desfinanciación de los serrvicios básicos. “Tenemos un presupuesto superavitario, pero el transporte público está en ruinas”, resaltó el edil demoprogresista Atilio Pignoni, luego de un pormenorizado análisis de la norma. Es por eso que el Frente Progresista junto al vecinalismo de Félix “Lolo” Bauducco exigieron que se redestinen partidas para la compra de nuevos colectivos a los ya programados, que sin embargo no irán a engrosar la planta disponible para el transporte público, sino que reemplazarán unidades antiguas que ya no pueden circular. “Este presupuesto mantiene lo que existe, y agrega un poquito más”, señaló el radical frentista Germán Bottero, asegurando que aquellas obras que el justicialismo considera “trascendentes” hace varios años que se programan pero jamás se ejecutan, como es el caso del millonario de desagüe en calle Estanislao del Campo.
El presupuesto detalla también las prioridades de la gestión, pero en este ámbito los discursos vuelven a chocar. Mientras que Perotti declaró en un raíd mediático de fin de año que la priporidad del municipio en 2010 serán los temas educativos, el concejal Pignoni demostró en su análisis del presupuesto que, en materia de fondos destinados, la educación se encuentran en el séptimo puesto, luego de obras públicas, servicios, seguridad, gastos de intendencia, cultura y hacienda. Es que el municipio lanzó hace pocos días un programa llamado “Deserción cero” para reinsertar en el sistema educativo a 75 niños que habían dejado la escuela, pero el Ejecutivo no cuenta con una secretaria de Eduación desde la renuncia de Norma Bessone en 2007, dejando su cargo todavía vacante. La oposición también destacó que de los casi 10 millones presupuestados para desarrollo social, 8 millones son recursos transferidos de programas emprendidos a nivel nacional.
Finalmente, el superávit fue el marco para debatir dos modelos de administrar opuestos. Mientras que el oficialismo resigna obras para generar sobrantes, y exhibe orgulloso la cifra de dineros ahorrados a la comunidad, para el Frente Progresista “el superávit debe satisfacer las necesidades de la gente”, como señaló Pignoni durante el debate, exigiendo que esos dineros se utilicen en obras para la ciudad. El oficialismo lanzó una dura respuesta: “¿para qué queremos superávit? Para que no lleguemos a diciembre y sin tener con qué pagar los sueldos”, haciendo referencia a los problemas del gobierno provincial para cumplir sus obligaciones salariales en el último mes del año.
Al calor de la discusión y bajo la amenaza del oficialismo de volver a incrementar los impuestos en marzo, Rafaela consiguió para 2010 un presupuesto ajustado donde no hay muchos puntos brillantes, y que tambalea ante la incapacidad para acordar una política tributaria que deje a todos conformes. Está claro al revisar la norma que las obras públicas son la estrella del proyecto, pero llama la atención que el oficialismo no haya reconocido que de 46 millones proyectados para emprender obras en la ciudad, 37 millones provengan del dinero de coparticipación que, en tiempo y forma, envían desde el gobierno provincial. ¿Podrá esta ecuación bajar el tono de las duras críticas que generalmente se escuchan desde los funcionarios y concejales oficialistas hacia la administración de Hermes Binner?
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