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viernes, 26 de junio de 2009

Barbijos en Retiro

Un empleado del café de Retiro hace una semana y media que usa barbijo por pedido expreso de la emrpesa. "Ya nos sacaron una foto para La Nación", me aclara antes de aceptar posar para Lance Libre.

El imparable avance de la Gripe A (los medios finalmente le acertaron el nombre definitivo) ya se está haciendo notar en la fisonomía porteña. Mientras los políticos tienen sus miradas en las urnas, la gente, mucho más preocupada por asuntos reales, mira con recelo la ineficiencia del Gobierno a la hora de planificar soluciones para detener el virus.

Mientras la noticia de una nueva víctima ocupa las agendas del viernes a la noche en los portales de noticias y los cierres de diarios, esto se suma a la posibilidad de cuarentena en Buenos Aires, e inclusive un pedido de clausura de las elecciones en Tierra del Fuego (que, por supuesto, la jueza a cargo no va a hacer lugar jamás), lo que pone en ridículo a un Gobierno no piensa parar su picadito del fin de semana, a pesar de que sus propios funcionarios se lo reclaman. (¿Se cobrará muertos esta elección?)

Algunos minutos antes de tomar el colectivo a Rafaela para cubrir las elecciones desde lo que fue llamado una "ciudad testigo" de la situación del país, miro con asombro en un café de Retiro, al que tira los cafés y la simpática pero tímida moza que no quiso salir en la foto usando barbijos, un poco eficiente recurso para protegerse de la gripe A, pero ideal a la hora de generar una especie de alarma visual.

Mientras el dengue deja de ser noticia, de la explosión mediática que se generó alrededor de esta enfermedad pocas semanas atrás ya no quedan rastros. Cuando el dengue era una novedad, en Retiro me regalaron un desodorante Off, cortesía del Ministerio de Salud. Hoy, veo popularizados los barbijos de la ¨Gripe A, y me pregunto cuál será la enfermedad de moda cuando vuelva a Buenos Aires.

Mientras el escándalo político toca a la puerta, una colega twittera señaló hoy que el 10 por ciento de la población argentina sufre Mal de Chagas. Y aunque de eso tampoco hay barbijo que haga milagros, no vemos ninguna autoridad política intreresada en declarar la emergencia sanitaria, ni ninguna empresa en las terminales de ómnibus dispuesta a proporcionarle antídotos a sus empleados.

Update de las cinco y media de la mañana, en Terminal de Santa Fe: vía otra twittera me entero que los barbijos se venden a once pesos. Antes de la gripe A, su precio era de 5 pesos. Y vi otros "enbarbijados" subiendo al Flechabús. Y chicas chetas tapandose la cara con pañuelos.

viernes, 10 de abril de 2009

El heraldo de Buenos Aires

Mi lado progre se horroriza, pero yo quiero que mi casa sea como la Sala Vip de Flechabús en Retiro




Estos últimos quince días estuve en Buenos Aires por diferentes cuestiones. En este 2009 tengo muchas expectativas en relación a esta ciudad, ya sea por temas laborales o simplemente por un cambio de aires, si me perdonan el estúpido juego de palabras involuntario.

En fin, este viaje está llegando a sus últimos minutos. Estoy en Retiro, en una sala VIP para los clientes de Flechabús y otras líneas caretas que, sin embargo, me hicieron esta última hora en BA mucho más interesantes de lo que esperaba. Mientras que mi plan era tomar un café en un bar con fritanga en el aire y extranjeros de países limítrofes cargando innumerables bolsos, finalmente estoy entre sillones de cuerina, algunos almohadones de piel símil vaca, algunos plasmas en las paredes y bellas señortias que me permitieron estar acá a pesar de que mi pasaje no era lo suficientemente caro para acceder a este lugar.

Desde este búnker de lujo que estoy lejos de merecer (mi bolsa de Santiago Deportes con ropa sucia desentona bastante), escribo algunas impresiones que me llevo de este viaje inaugural 2009, que creo van a ser muchos más.

1) Durante los feriados, la zona de microcentro se pone hermosa. Lleno de turistas que hablan en lenguas, gente hermosa que camina sonriendo por las calles típicas, cálidos cafés con gente charlatana como flores en primavera. hasta los gordos de traje parecen colegiales. En días de semana, es precisamente todo lo contrario.

2) Buenos Aires está muy lejos del microcentro. Los porteños no tienen ni idea de cómo llegar a la 9 de Julio por ejemplo, nadie nunca va a hí salvo que tenga mucho dinero o un amigo turista. Nadie sabe qué colectivo te deja en la 9 de julio desde Villa Luro por ejemplo.

3) Carlos Heller resiste un archivo. No podés pensar en otra cosa después de ver miles y miles de veces su cara de bueno con una frase que te desafía a googlearlo. Pero miles y miles eh?

4) Hay colectiveros que se divierten haciendo perder foráneos.

5) A los periodistas les encanta juntarse entre sí. Poné tres periodistas en un sólo lugar y dales alcohol, y es todo lo que necesitan.

6) En Rafaela vemos las noticias sobre paros de subtes y es como si nos contaran una leyenda egipcia: no entendemos absolutamente nada. Acá un paro de subtes tiene consecuencias increíbles, lo entendí cuando vi cientos de personas haciendo colas en una sola parada de colectivo a las 9 de la noche, intentando volver a sus casas después de trabajar.

7) En proporción, hay más wi fi en Rafaela que en BA.

8) "provincia" es un lugar misterioso lleno de preguntas al que nadie quiere llegar, para asustar a un porteñito las madres les deben decir que va a venir el cuco y los va a llevar a "provincia".

9) El monumento a los caídos en Malvinas tiene al menos un rafaelino, al menos: Marcelo Pedro Lotufo, un militar que vivía en calle Tucumán.

10) Me quedó mucha gente por visitar, demasiada para mi gusto. En Buenos Aires se puede estar solo todo lo que uno quiera, pero si quiere estar acompañado, quienes viven allí siempre tienen buena predisposición a encontrarse y hacerse amigos, ya sean nativos o por opción. Espero verlos pronto a todos. por ahora, cruzaremos la larga pampa por la carretera desnuda, esperando al final del camino, encontrarnos con ese lugar que desde acá parece lejano pero que nunca deja de estar en mi mente, que por más larga que sea el tiempo y la distancia siempre está presente.